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Identidad e hiperconectividad

Foto del escritor: Cayo AgenciaCayo Agencia

¿Es posible en un mundo tan conectado como el nuestro no caer en la falta de identidad? ¿Qué tanto perjudica y que tanto ayuda a la formación de iconos de estilo el fácil acceso a las tendencias y el fenómeno de la inmediatez?


Como amante de la moda en todos sus aspectos, tengo que reconocer que gran parte de mis ratos libres los paso leyendo, investigando, recopilando información y, también, scrolleando en las redes sociales, principalmente Instagram. Es desde esa incansable necesidad de informarme que fueron surgiendo esas preguntas en mi cabeza; es casi inevitable: A poco de navegar, uno puede identificar una marcada tendencia a compartir cierto contenido de similar estilo relacionado con un grupo selecto de marcas que apelan a interpelar a un mismo público.


Es posible vivir hiperconectado, consumir moda y tendencias, y al mismo tiempo cultivar un estilo propio, pero no es necesariamente lo más conveniente. Son muy pocos quienes se han animado a ridiculizar el estereotipo dominante o a imponer una alternativa y han conseguido el éxito. Un claro ejemplo es el de Leandra Medine que, en 2010, fundó Man Repeller, un blog devenido en una gran comunidad de mujeres guiadas por el anti-estereotipo de la it-girl. Se muestran reales y accesibles, en un mundo virtual donde todo lo construido se uniformiza en función del consumo.


En las últimas semanas BOF reveló que no son las marcas las que mantienen mayor nivel de engagement con sus usuarios en redes sociales, sino las influencers. Los millenials ya no sienten la necesidad de consumir de la misma manera que lo hacían las anteriores generaciones. Las marcas captaron esto y debieron readaptar su manera de llegar al público ¿Cómo lo hicieron? Se trasladaron a las nuevas plataformas con publicidad no tradicional. Ya es muy común ver celebrities desenfundando regalos en instastories o agradeciendo por Twitter. Este recurso inicialmente utilizado para exponer cierto status y prestigio entre un selecto grupo terminó por masificar los consumos y estilos.

El resultado: cedimos ante la tentación de copiar y el esfuerzo por dar un toque de personalidad quedo en el olvido. Aquellos que se autoproclaman como trendsetters, por su gran estilo personal y apreciación por lo estético terminan optando por ítems o estilos que ya hemos visto una y otra vez. ¿Por qué no optar por algo innovador en lugar de “inspirarse” por lo ya existente?


Ahora, sin irnos tan lejos, como en el caso de Man Repeller ¿Cuánto de lo que se consume en redes sociales es verdaderamente moda o estilo personal?


Pensemos en el “street style”. Aquellos que fueron pioneros en este estilo de fotografía exponen que está llegando a un punto de saturación, y que las marcas deberían empezar a considerarlo. Phil Oh, fotógrafo de street style de la primera generación y creador de streetpeeper.com, dijo en una entrevista a BOF, “el crecimiento fue realmente rápido. Pasé de no ganar nada a ganar seis cifras. Desde entonces se hundió, y luego se calmó”. Este devenir se debe, mayormente, a la resignificación de Instagram, la aplicación que sirve de display de contenido para influencers, bloggers y firmas de moda. Quienes asisten a la semana de la moda documentan sus looks y los comparten en sus redes antes de que un fotógrafo siquiera haya tenido la posibilidad de tomar una instantánea. La inmediatez y la posibilidad que brindan las nuevas tecnologías hacen que lo que antes era algo fresco e innovador, no sólo desde la fotografía sino también desde el estilo y lo estetico, se vuelva algo ya visto, guiado por los intereses de las marcas; un montaje.


Otro ejemplo: con el retorno de la moda 90´s volvieron toda clase de accesorios que nunca hubiésemos pensado volver a usar; las funny packs o riñones son uno de estos casos. que fueron en principio rechazados por gran parte del público en general. No fue hasta que Prada, Gucci y Supreme para Louis Vuitton, entre otros, lanzaron sus propias versiones y las distribuyeron entre las principales instagrammers que las convirtieron en un hit. El accesorio empezó a verse en todos, o casi todos, los street style de la última temporada y esto provocó que un ítem que podría haber sido un Must terminó por masificarse, perdiendo su encanto y originalidad.


Photo credit: Mar Ordoñez

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